No hace tantos años se empezaron a ver los primeros negocios regentados por chinos, aquellos entrañables restaurantes donde trabajaba personal de nombre impronunciable sabiamente rebautizados en algo mas asumible a nuestro entendimiento, escuálidos casi anoréxicos y con pinta de trabajar casi en régimen de esclavitud aunque con una sonrisa permanente en la boca. Después se fueron quedando con los ultramarinos de toda la vida, las tiendas de barrio donde antes ir a comprar suponía un suplicio si tenías prisa por que todas las vecinas se reunían y se ponían al día de las novedades de la calle, tiempos en que no existía el “Sálvame” ni nada parecido. Los actuales dueños son de menos palabras y están mas tiempo abierto al público lo que nos viene bien a mas de uno como cliente aunque al resto de comerciantes no le haga tanta gracia.
El siguiente paso fue quedarse con los bazares, aquellos “todo a 100”, primero los pequeños y poco a poco abriendo almacenes cada vez mas grandes y completos donde te puedes tirar una tarde entera intentando buscar algo o simplemente sorprendiéndote de la cantidad de tonterías “made in china” pero con reminiscencias locales que hay, me gustaría saber que cara pondrán los sufridos trabajadores de cualquier fábrica en Shang Hai pintando una imagen de la Virgen del Rocío o un Cristo del Gran Poder. Aquí si que hay globalización, te puedes encontrar estas figuritas al lado de Buda, Shiva, la imitación cutrilla de un Lladró o un gato de esos que mueven una pata. Por supuesto, el orden no tiene lógica, aquí el marketing carece de sentido, cuando mas pinta de desordenado tenga todo mejor, mas nos atrae. O quizás este todo mas estudiado de lo que nos parece, yo tengo mis dudas.
La invasión ha llegado a la confección. primero de manera mas a su estilo, o sea sin ningún atractivo y ya últimamente imitando las tienda tipo Zara, con una decoración algo mas cuidada pero conservando los precios bajos que es lo que al fin y al cabo llama la atención a su clientela.
Ya se van viendo también en los centros comerciales restaurantes con decoración mas actual, donde ya no cuelgan de sus paredes cuadros de cataratas que se mueven ni los faroles con flecos rojos tan característicos de aquellos primeros que se abrieron. Se dice que estaban detrás de comprar un centro comercial entero, el M40 en La Fortuna (Leganés) pero a día de hoy no he conseguido averiguar si se ha consumado la compra.
Era el único cine de los cuatro que había en el casco urbano que quedaba aún en pie y sin explotar, cerrado a cal y canto desde hace años. Desconozco si hubo en todo este tiempo algún intento por reabrirlo pero me extraña dada la crisis permanente del cine en nuestro país cuando hasta multisalas como la del centro comercial Bulevar tuvieron que cerrar. Aunque parecía la crónica de una muerte anunciada el Cine Palacio se mantenía en coma en espera de una ansiada cura. Siempre tuve la esperanza de que alguien se animara a reabrirlo, claro que yo soy un loco que vive de sueños, esos mismos que me daba ver películas en salas como esta. Por mucho home cinema, plasma en 3D de 52 pulgadas que tengas, o incluso multiplex de 20 salas como los que hay actualmente, nunca será lo mismo que aquellos cines.
La inversión para ponerlo al día hubiese sido millonaria y seguro que nada rentable, pero soñar es gratis aunque pocas veces estos sueños se cumplen y menos cuando no está en tu mano poder realizarlos.
Es curioso pero el primero que cerró es el Cine Palacio y sin embargo es el único que se ha mantenido sin ser destruido o reconvertido hasta ahora. Lástima que haya sucumbido a los herederos del último Emperador (maravillosa la película de Bertolucci sobre su biografía), aquel que también cayó después de la revolución que convirtió al país chino al comunismo mas feroz y que hoy parece no parar ante nadie y ante nada convirtiéndose en la economía que mas sube en el mundo.
5 comentarios:
La desaparición de los cines es una verdadera lástima...tal como comentabas en la nota publicada en El País, las nuevas generaciones nunca van a saber qué es ver el cine en pantalla grande, grande... mi marido y yo hicimos una peli hablando de todo eso, y de los "ultimos cines"...espero agun día puedas verla. Saludos, Meritxell.
Ah mi peli: http://www.travellingfilms.com
Lo peor es que aunque se intentase reflotar algunas de esas salas me da la impresión que no tendrían éxito, tristemente se ha pasado página a esa parte de la historia del cine. Intentaré localizar y ver vuestra película, gracias por tu aportación.
Me encanta la entrada sobre los viejos cines de Getafe. La compartiré en nuestro Facebook sobre la Memoria de la Alhóndiga.
Muchas gracias. Me alegro que te haya gustado.
El cine del "Gordo" cine Palacios, no estaba ubicado donde aquí se narra, estaba ubicado donde hoy se está construyendo un edificio propiedad de Alfonso Pérez, algo más abajo, justo enfrente de la puerta principal del antiguo Simago, hoy Día
Dónde está el comercio oriental, era un concesionario de la Seat
Gracias
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