viernes, 21 de noviembre de 2014

Malasaña

Es la cuarta vez que me pongo a escribir algo para dar pie a las fotos. Hacerlo sobre un barrio sobre Malasaña debería ser fácil, pero yo no vivo allí, ni siquiera estuve una sola vez durante la época gloriosa allá por los ochenta cuando la movida lo inundaba todo. De haberlo hecho podría haber escrito una especie de autobiografía basada en mis propias experiencias o un panfleto histórico sobre todos esos locales que vistos desde la distancia, resultan cutres, pobres, sin diseños ni estudios de interiorismos que valga, y ni falta que les hicieron. Me temo, que yo era un pardillo con pocas inquietudes y nada transgresor.

No hace tanto descubrí este barrio, la sombra de aquella época que culturalmente removió nuestro país aún se dejan ver. Malasaña conserva ese aire bohemio pero lleno de otra fauna, entre el perroflautismo vestido de marca y los que quedan de los gloriosos noventa, con dinero, y que ha visto en este barrio un lugar para vivir distinto, acogedor, casi libre de niños y en pleno centro de la capital. 

Aquí no hay sitio para tiendas de ropa low cost, todo lo contrario, decenas de negocios diferentes se abren en sus calles. Jóvenes diseñadores que exponen y venden sus creaciones, bares con encanto, de esos que no le gustan nada a Leo Harlem, donde puedes tomar algo sin prisas y sin necesidad de salir sordo y/o borracho. Las tiendas de toda la vida, se transforman en nuevos negocios conservando muchas de ellas las antiguas fachadas, algunas de mas de cien años, convirtiendo el barrio en un museo improvisado de la historia viva de la ciudad. 

Poco o nada queda también de esa otra cara que no agrada a nadie pero que es casi inevitable en ciudades grandes como Madrid, la de la prostitución, que durante años acampó por algunas calles y que hoy se ha reducido considerablemente.

El turismo en esta zona es inapreciable, casi anecdótico y por lo tanto, nada molesto. Las grandes rutas de touroperadoras aún no han descubierto que lo mas auténtico que tiene Madrid está en sus barrios, que la mejor representación de la vida se haya dentro del decorado perfecto en que se convierten sus calles. Y el mejor ejemplo es Malasaña.

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