jueves, 23 de diciembre de 2010

Cuento de Navidad

Por el ventanuco de la nave, diminuto, se veía un inmenso cielo negro cuajado de millones de luces blancas, un cúmulo de estrellas que desde allí abajo, desde la ciudad que le vio nacer y crecer, jamás pensó que existieran. Se acordó como de pequeño y con los amigos del colegio un día como hoy de hace muchos años, salían como locos con las notas hacía casa y con las vacaciones ganadas. El frio no importaba, que lloviese tampoco, eso daba igual, lo importante es que tenían un montón de días para jugar y para pensar que les traerían los Reyes Magos.

En la nave también hacia frio pero no era el que recordaba de aquellos días, este estaba acompañado de la soledad, aquí no esperaba regalos de Navidad, ni la visita de sus amigos para jugar con lo que les habían traído los Reyes, tampoco entraría su hermana pequeña para pedirle si podía dormir en su cama por que le daba miedo las sombras que hacía la luz de la luna.

En su cabeza se agolpaban recuerdos, la mayoría alegres como el día que el abuelo les llevó a ver una película al cine, era una de Disney cuyo titulo no recordaba, iba sobre una gallina que ponía huevos de oro, solo se acordaba de eso y de lo bien que se lo pasó aquella tarde. O como el día que su hermana se casó y de como se miraron, ella desde el altar, y se pusieron a llorar de alegría.

Quedaban tres días para Navidad y era el tercer año que estaba solo en la nave. Desde la Tierra le habían prometido hacer todo lo posible por localizar a sus padres para que pudiese hablar con ellos. Eso mismo le habían dicho todos los años y nunca fue posible.

La nave tembló de repente. No fue nada grave, fue rápido pero nunca había pasado nada parecido. Se asustó aunque volvió a mirar por el ventanuco, la inmensidad y quietud del universo le hizo recuperar la tranquilidad en poco tiempo. Se preguntó que podía haber sido, el ordenador no indicó nada extraño, todo funcionaba a la perfección. Otro temblor, este de mas intensidad, desde el exterior una luz blanca, intensa, le cegó, perdió el equilibrio y se dio un golpe en la cabeza…

Cuando recuperó la conciencia se dio cuenta que todo seguía igual que antes de la luz. Se preguntó que podía haber sido, se dirigió a los controles comprobando que no había novedades, era extraño, el sistema estaba pensado para detectar cualquier incidencia por pequeña que fuese pero en la memoria del ordenador no había nada.

Volvió a mirar por la ventana, vio algo nuevo. La luz blanca no había sido un sueño, a lo lejos, muy lejos había algo extraño, demasiado grande como para preocuparse. Se dio cuenta que no estaba nervioso, ni mínimamente inquieto, lejos de asustarse aquello le daba paz…

El sistema de comunicaciones se puso en funcionamiento, una voz nueva, que no había oído nunca a través del sistema se oyó “hijo, soy mamá”. Por su mejilla se escapó una lagrima, olió la sopa de ajo que su madre preparaba, la oyó en el balcón llamándole para ir a cenar, sintió sus brazos rodeándole después de haberse caído y hacerse daño en la rodilla. La vio aquel día después de salir de clase, contento por que había sacado buenas notas y deseando decirle que seguro que los Reyes le traerían todo lo que había pedido. Se acordó en una milésima de segundo de todas y cada una de las Navidades que habían pasado juntos, toda la familia.

Habló, entre sollozos, con sus padres que le contaron que su hermana pequeña había tenido una niña hacía poco, le enseñaron fotos de su sobrina, su madre regañaba a su padre para que le dejase hablar cuando lo cierto es que no callaba nunca, como hacia siempre.

Mientras en la pantalla veía fotos de su hermana con la niña a la vez que sus padres se atropellaban entre ellos para ver quien soltaba mas palabras por minuto, miró por la ventana y vio la extraña luz blanca e inevitablemente pensó que era posible, que los sueños se pueden hacer realidad y que aquella Navidad, la tercera que pasaba solo en el espacio, la recordaría como la mas especial de su vida por que había estado al lado de la Estrella que concede los deseos y que hace que todo, por imposible que parezca, se pueda hacer realidad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bonito me ha encantado. Belen